La singularidad arquitectónica del Monasterio de San Juan de la Peña, construido bajo un espectacular roquedo, y sus estancias señoriales e históricas, panteones de reyes y nobles, hacen que este sea un lugar único en la Península Ibérica. Un recorrido por el monasterio viejo permite no solo profundizar en la historia del reino de Aragón, si no también descubrir un recinto de profundo valor histórico-artístico que tiene su culminación en su espectacular claustro románico.
Pero hay en este recorrido a lo largo de los siglos un rincón mágico, como es la capilla de San Victorián, una joya del gótico del siglo XV que hace a la vez de espacio de transición de gran relevancia desde la iglesia hacia el claustro exterior del monasterio, integrándose en las antiguas estructuras del cenobio de manera elegante y armoniosa, en la parte alta de la construcción. La capilla enmarca así el acceso al claustro románico a través de sus arcos decorados y sus delicados ornamentos escultóricos como racimos, hojas o florones, siendo esta una de las primeras representaciones del estilo gótico flamígero en la Península Ibérica. Además de la rica decoración escultórica de su portada y bóveda, es de interés un fragmento de pintura mural que podría datar del siglo XIII.
Esta capilla fue mandada construir por el abad Juan Marqués entre 1426 y 1433 según consta en una inscripción en piedra ubicada en la propia capilla. En ella descansan sus restos y los de otros cuatro abades del monasterio, y llegó a ser un espacio relevante de la vida monástica al usarse como sala para el encuentro y reunión de la comunidad monacal.
Este fotogénico espacio, de gran contraste estilístico, da paso al magnífico claustro románico alojado bajo el peñasco rocoso, la zona más emblemática del monasterio y abierto al entorno natural. Vale la pena rodearlo con calma y leer las escenas esculpidas en piedra con la pericia del Maestro de San Juan de la Peña o también llamado Maestro de Agüero. Se observan representaciones del ciclo del Génesis, como la creación de Adán y Eva y el Pecado Original; momentos de la infancia y la vida pública de Jesús o pasajes como la Anunciación a la Virgen María, la Visitación, el Sueño de San José o los Reyes Magos.